De navidades y perros de guerra hasta el fútbol

Hace 108 años se librará uno de los conflictos mundiales europeos más controversiales por su avance técnologico y armamentisco. Comenzó un 28 de julio de 1914 y finalizó el 11 de noviembre de 1918.

La Primera Guerra Mundial involucró las grandes potencias industriales y militares de esa época divididas en dos alianzas. Más de 70 millones de militares, de los cuales 60 millones eran europeos, se movilizaron y combatieron en la entonces guerra más grande de la historia.

Por un lado, la Triple Alianza integrada por el Imperio alemán del káiser Guillermo II y el reino austrohúngaro de Francisco José I (hasta su fallecimiento en 1916) y Carlos I de Austria y IV de Hungría. Por el otro lado, se encontraba la Triple Entente, formada por el Reino Unido, Francia y el Imperio ruso.

Aunque las naciones fueron muchas más a medida transitaba la guerra, sería imprudente no mencionar la entrada de naciones potencia como el reino de Italia, Estados Unidos, el imperio japonés, el imperio búlgaro, Australia, el imperio otomano, entre otros.

El conflicto supuso un avance en las tácticas militares con las trincheras y escuadrones de 10 hombres con un suboficial al mando, apoyo de artillería movil y emplazamiento de metralletas pesadas cubiertas en parapétos.

A la vez, la naval alemana implementó la utilización de submarinos que impedían el abastecimiento de comida, municiones e insumos médicos para la atención de heridos en los frentes de ataque. Tambien se hizo conocer el primer portaaviones de la historia, el HMS Furious, que en un principio iba a ser un crucero de batalla, cargado de biplanos monoplazas para intentar destruir los hangares de los zeppelines alemanes

Por otro lado, la aviación de aeronaves de ala fija fueron utilizadas para el reconocimiento y ataques a tierra en avanzada. Rapidamente se comenzaron a desarrollar cañones antiaéreos y aviones de combate avanzados para derribar los aeroplanos enemigos. Luego se desarrollaron los bombaderos estratégicos, aviones tripulados con cargas explosivas, que fueron usados tanto en puntos de defensa como en destacamentos y ciudades.​

La mayor implementación que distinguió este conflicto fue el empleo masivo de la guerra química, aunque había sido prohibido en las conferencias de la Haya de 1899 y 1907. El gas mostaza y el fosgeno fueron utilizados para sofocar y sacar las tropas de sus trincheras como objetivos fáciles. Como contramedida, se desarrollaron distintas variantes de máscaras de gas para soportar los gases mortales.​

La Tregua de Navidad

Hace exactamente 108 años, en un diciembre de 1914 y apenas transcurridos los primeros meses desde el inicio del conflicto bélico que marcaría la historia, alemanes y aliados batallaban en los frentes de Bélgica y Francia. Desde sus trincheras, los soldados alemanes y las tropas británicas intercambiaban disparos sobre una franja de tierra de nadie en la que camaradas heridos y muertos yacían esparcidos.

Caía la noche y los ataques, aunque cesaron, permanecían atentos a cualquier avanzada enemiga de ambos lados. Hasta que sucedió algo increíble. Al llegar la Nochebuena, en varios puntos del Frente Occidental, los británicos escucharon con sorpresa como los alemanes cantaron villancicos en alegría. Dice la historia que fueron ellos, los enemigos, quienes acordaron a los gritos, bajo el «tú no disparas, yo no disparo», un cese al fuego y comenzó la famosa «Tregua de Navidad«.

Las primeras horas de la mañana de navidad, ambos bandos cruzaron, con cautela, los metros que dividían dos pueblos con la orden de no confraternizar. Fueron dos jóvenes de ambos bandos que se dieron la mano en tregua.

Alemanes e ingleses se unieron en cánticos, bailes, compartir un cigarrillo y una pasión, el fútbol. El balón se hizo presente entre ambos y, improvisadamente, armaron dos arcos para jugar en risas y festejos. Esa mañana, la Navidad y el fútbol, unieron enemigos.

Escultura de «La Tregua de Navidad» y el balón en el medio, situado en Liverpool, Merseyside, Reino Unido

Se acordó que la tregua seguiría en vigor el día de Navidad, para poder verse de nuevo y enterrar a los muertos. Cada bando ayudó al contrario a cavar tumbas y celebrar ceremonias en memoria de los caídos. Incluso un capellán escocés hizo una lectura bilingüe de un salmo. Los soldados intercambiaron comida y regalos que les habían enviado desde sus casas.

Al final del día, nadie quería seguir con la guerra, pero los superiores sí y amenazaron con castigos severos tanto a oficiales como soldados en caso de desobedecer. A pesar de que la guerra continuó por 4 largos años, muchos soldados plasmaron la alegría en cartas increibles que demostraron que, a pesar del conflicto, siempre hay lugar para un partido de fútbol, chocolate y la Navidad.

«Qué maravilloso –escribió un soldado alemán–, y qué extraño al mismo tiempo».